Cambio de mentalidad y de actitud terapéutica
La medicina reparativa ha sido la forma normal de tratar en medicina, en fisioterapia, y como no, en cirugía. La erradicación de cualquier proceso inflamatorio ha sido la manera de tratar casi cualquier patología, eliminando de paso las capacidades regenerativas que el cuerpo posee, escondidas detrás de muchos de los procesos inflamatorios, tanto bioquímicos como celulares.
Por ello es fundamental potenciar a todos los niveles terapéuticos las capacidades regenerativas frente a las capacidades meramente reparativas.
En la regeneración se consigue una sustitución de todos los elementos celulares y de la matriz extracelular sin dejar señales de la lesión;

En la reparación, el cuerpo debe echar mano de células y de matriz extracelular de tejido conectivo, para formar un tejido de reparación que supla a la original, formando una zona cicatricial fibrosa.
Fisiológicamente coexisten ambas maneras, pero es esencial potenciar la regeneración sobre la reparación fibrosa con una movilización precoz de la zona lesionada.
Este hecho puede observarse con la práctica de la fisioterapia postquirúrgica o deportiva en la que la diferencia de resultados obtenidos, en cuanto a la restitución completa de la funcionalidad, son importantísimos si conseguimos mayor porcentaje de regeneración o de reparación fibrosa.

Así pues, la eclosión de la medicina regenerativa obliga a la fisioterapia a una nueva manera de entender su especialidad, adaptándola a las necesidades y a la filosofía que nace de la capacidad regenerativa de las células madre mesenquimales.
Estas condiciones bioquímicas se generan en respuesta a un sufrimiento del tejido, que puede ser natural, o creado bioquímica o físicamente.
Ello es posible merced al proceso de transdiferenciación celular, mediante el cual una célula madre mesenquimal adulta puede transformarse en una célula del mismo origen embrionario mesodérmico, influida por las células existentes en la zona en la que se implanta.
Así, células madre adultas extraídas de la fracción estromal vascular de la grasa abdominal, pueden usarse para regenerar patologías muy distintas, muchas de ellas en fase experimental aún (infartos, diabetes, etc).